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Pedro, discípulo de Jesús, escribió esta carta a los cristianos dispersos por los países bajo dominio romano. Por aquel entonces, Roma había conquistado varias naciones. Cuando Roma sometía a una nueva nación a su dominio, no le prohibía practicar su religión, pero sí le exigía que adorara los ídolos romanos. Los cristianos se negaron, pues esto iba en contra de los mandamientos de Dios. Sabían que solo hay un Dios. Por ello, las autoridades romanas les infligieron grandes sufrimientos.
Pedro escribió esta carta para animar a los cristianos que sufrían situaciones similares. Les dijo que el sufrimiento que proviene de hacer el bien no es malo y que no hay vergüenza en ello. También les dijo que la muerte de Jesús es un ejemplo para ellos, para que tengan la seguridad de que Dios está con ellos en su sufrimiento. Además, Jesús los resucitará. Todo esto puede ser un aliento para todos los cristianos que sufren a causa de su fe.
Pedro enseña a los creyentes muchas cosas sobre cómo deben comportarse. Nos pide que imitemos la santidad de Dios. Si pertenecemos a los que aman a Dios, debemos andar en sus caminos. Que Dios nos ayude a hacerlo. Amén.