Gálatas

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Este libro sagrado es la carta que el apóstol Pablo escribió a los creyentes de Galacia. Anteriormente, Pablo había predicado en Galacia para llevar a la gente a la fe en Jesús. Todo esto se encuentra registrado en los capítulos 13 y 14 del libro de los Hechos.

Cuando la obra de Jesús comenzó en Israel, la mayoría de los creyentes eran judíos (tanto «judíos» como «israelitas» se refieren al mismo pueblo). Estos creyentes judíos creían que Jesús era el Mesías del que hablaron sus profetas en sus libros sagrados. Por lo tanto, no consideraban las enseñanzas de Jesús como una nueva religión. Para ellos, las enseñanzas de Jesús simplemente completaban la religión judía, tal como Dios lo había predicho. De hecho, creían que, como cristianos, no necesitaban abandonar los principios de su religión establecidos en la Torá de Moisés y los Salmos de David. A estos principios les añadieron las enseñanzas de Jesús.

Esto no presentaba dificultad cuando la palabra de Dios se predicaba solo a los judíos. Pero cuando los discípulos de Jesús la predicaron a otras naciones, surgieron algunos problemas. Los habitantes de estas naciones que se convirtieron al cristianismo no aceptaban que las costumbres judías se añadieran a las enseñanzas de Jesús, pues estas les bastaban.

Por este motivo, algunos judeocristianos hablaban mal de los cristianos de otras naciones no judías porque no estaban circuncidados. Estos judeocristianos decían que un cristiano incircunciso no había obtenido la salvación completa. Cuando Pablo se enteró de esto, refutó la idea afirmando que si obtenemos la salvación mediante el sacrificio de Jesús, no necesitamos la circuncisión para recibirla. No dijo que la circuncisión fuera mala, sino que ni la circuncisión ni ningún otro principio pueden otorgarnos la salvación. Solo el sacrificio de Jesús puede hacerlo.

La discrepancia que existía entre judeocristianos y cristianos de otras naciones también puede ser una buena lección para nosotros. Hay principios religiosos que debemos respetar, pero no pueden darnos la salvación. Hay costumbres que podemos seguir, pero no debemos considerarlas una obligación para ser salvos. Es un poco difícil explicar todo esto, pero la Sagrada Escritura puede darnos la sabiduría para comprenderlo.

Además, la carta de Pablo a los gálatas aún nos enseña cómo deben comportarse los creyentes. El amor es el primer mandamiento para los cristianos. El Espíritu Santo, que mora en el corazón del creyente, lo guía por los caminos de Dios. Esto es fundamental, pues de lo contrario, Satanás usará todos los medios posibles para desviar al creyente hacia el camino del pecado. Que Dios nos proteja de esto. Amén.

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